Saturday, October 20, 2007

La madrugada de un día perfecto

Los recuerdos se conservan como sabores que guardan días felicies y tristes, como tú en mi garganta, en mi boca. Como ese sabor de tus labios y el olor dulce de tu piel. Como la prisa de seguir mi día en tu ausencia. Son tan pocos y cortos los segundos contigo y que perduran aún si te vas; cuando regresas a tu mundo, a tu vida real. Eres el sueño despierto y las noches en vela a tu lado. Momentos cortos tomando tu mano, logrando de ti una sonrisa, un suspiro; susurros del cielo en mi oído sordo de tantos gritos.

Es tu piel la fragancia de un día bueno. Y tus piernas la extensión de mi cuerpo, de mi día, que termina justo cuando el siguiente empieza con su aroma fresco. Envolviendo nuestros brazos que se enredan deseando no dejarse. Es la sonrisa de mi día tu mueca al inconformarte, al tener que irme y dejarte. Mi motivo: la fuga al camino cotidiano, al sendero obligado del sueño diario. Y es un sueño recurrente probar tu boca. Eres tanto en tan poco tiempo. Sí, eres lo fugaz de mi ansiedad un segundo antes de verte. La tranquilidad de un beso en la nuca erizada al tacto de mis labios. Horas nocturnas de imprudente y vivaz deseo y la negación de sí mismo en tu tierno pudor que nos limita.

Eres la madrugada de un día perfecto que añora en la ausencia y el éxtasis de un beso sutil. Eres la tersura de tu cuello que cede y se contiene. Eres la dura conciencia. Segura. El tajante rechazo de lo que no te viene bien. La certeza y la imprudencia. Burla y coqueta provocación. Y eres la sensualidad que no me deja en todo el día de dar vueltas. De traerme de regreso a tu lado.